Foro: ¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
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¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús,llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
El camino de Jesús con los discípulos de
Emaus (Lc24,13-35) al escuchar esta parábola y la explicación puntual del P. Tarcisio Gaitan recordé los momentos en que desde mi función me he sentido frustrada, triste,decepcionada y quiero dejar la coordinación, porque por más empeño que pongo en esta misión no veo entusiasmo en el grupo y justamente el curso de esta semana, me permitió reflexionar sobre el caminar juntos y lo que esto implica. Implica enfrentar circunstancias difíciles, pero es claro que solo se hace camino caminando juntos, el claro ejemplo que hoy se presenta ante mis ojos es el de Jesús en esta parábola, Jesús pone en práctica los siguientes elementos: escuchar, preguntar, contestar y compartir el pan, estos elementos fueron muy necesarios para establecer un diálogo a través de la escucha atenta y permitir que espíritu de Dios fluyera en la palabra, ahora me queda más claro que estar en camino sinodal implica dinamicidad del seguimiento, exige una hermenéutica permanente de la historia, implica ser una iglesia que evangeliza y se deja evangelizar, implica también una iglesia en salida que nos invita a cambiar nuestro actuar. Así que está parábola abre mis ojos y me da las herramientas para continuar mi misión con una mirada Sinodal con la mirada y el actuar de Jesús con los discípulos de Emaus.
La escritura brinda motivos llenos de vida que ayudan a dinamizar nuestro caminar y está llena de 4 dinamismo que son propios de la sinodalidad:
1. El camino de Jesús con los discípulos
2. La mesa compartida de Jesús
3. La comunidad de Jerusalén como icono de sinodalidad
4. Las primeras comunidades en su empeño misionero
El camino hacia Emaús se convierte en una exquisita parábola sinodal, caminar juntos, escuchar, celebrar. El caminar juntos es estar atentos a las sorpresas del espíritu, por eso el Papa insiste que una clave sionodal es escuchar. Caminar con Jesús fue la expresión que permitió al grupo de los discípulos comprender que el seguimiento es una experiencia concreta una adhesión a una persona no a una doctrina o a un sistema ético o a un rito o un sistema legal. El seguimiento no es una decisión de una vez para siempre sino un camino progresivo para enfatizar es dinámico, donde Jesús planto a los seguidores ir ligeros de equipaje expresión de que Jesús quiere es una vida sencilla de parte de los discípulos. La exigencia de Jesús es también una invitación a la Iglesia de todos los tiempos a que tengamos clara la conciencia que nosotros que somos agentes de pastoral que la misión no depende de nuestra propia fuerza, no depende de la estructura administrativa de la parroquia o de la Diócesis o de la Iglesia Universal, tampoco depende de la eficiencia de los planes pastorales, todo eso es necesario, pero la misión depende y es obra del Padre que la hace florecer por la fuerza misma del Evangelio.
Entonces lo que plantean los evangelios es la triple dimensión de la fe,
1. Búsqueda constante del señor
2. Seguimiento, camino con Jesús
3. La Mision camino hacia los humanos, hacia el mundo, hacia los demás
En ninguna de las tres fases el camino se hace solitario, porque el aminar implica aminar juntos en comunidad.
Foro: ¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
Me parece muy importante tener en cuenta, como dijo el P.Tarcisio Gaitán, la importancia de que caminar juntos implica caminar con toda la humanidad. Durante este periodo hemos comenzado una experiencia nueva con el grupo ecuménico que está proyectado en la celebración para el año 2033 de los 2000 años de la Resurrección de Cristo.
El caminar juntos inició de manera concreta con la invitación y la participación en el Encuentro global en Cartagena, como preparación de la década de la resurrección.
Fue una experiencia muy profunda de caminar juntos, y reconocernos como hermanos pertenecientes a diferentes Iglesias, que nos llevaba a interrogarnos sobre nuestro quehacer y vivencia de nuestro ser cristianos. Escucharnos con el mutuo respeto y celebrar la alegría del encuentro, que a la vez fue un punto de partida para la celebración en grande de los 2000 años de la resurrección de Cristo.
Ha sido experimentar que la misión es obra del Padre que la hace florecer por la fuerza misma del evangelio y nos hace construir y experimentar la verdadera fraternidad.
Esta realidad nos hace constructores de una Iglesia de puertas abiertas, donde todos encuentran un lugar , una Iglesia en salida con una mentalidad distinta.
Y a la vez, como católicos, nos compromete a tener siempre presente, por el amor recíproco vivido , a Jesús en medio nuestro, que como en Emaús, acompaña, ilumina y guía nuestros pasos para ser verdaderos testimonios de Él.
Soy presbítero, y en la Misa dominical de la semana pasada coincidió que:
– Recibimos el tema en el Curso
– Fue el Evangelio Dominical
– Pude ver el Documental: “Amén. Francisco responde”
Y con ese motivo, mencioné en la homilía que el Papa Francisco nos ha dado en grato ejemplo de cómo disponerse a la escucha de la realidad de nuestro tiempo al dejarse interpelar por los jóvenes, al estilo de Jesús con los discípulos de Emaús que de igual manera le comparten sus frustraciones y Jesús no les juzga, sino que se interesa por lo que llevan por el camino y les explica las Escrituras.
De ahí, que el pasaje de los discípulos de Emaús me interpela a salir de mi zona de confort y como Jesús (y el Papa que sale del Vaticano), aprender a ponerme en camino para escuchar de que van hablando por el camino las personas, y acompañar la formación de otros bautizados que también valoremos juntos el caminar al lado de la realidad. Tener mayor conciencia de que la realidad es más grande que el ideal… y si bien, uno quisiera que todo fuera perfecto, la realidad es otra y es ahí donde la Iglesia con espíritu sinodal y de Emaús ha de ponerse en camino.
La mesa compartida es uno de los signos del amor mas profundo de Jesus, un amor que crea fraternidad e igualdad.
antes de sentarnos a la mesa con Jesus, él hace un camino con nosotros, un itinerario donde la primera accion es INVOLUCRARSE ESCUCHANDO, para poder entrar y sanar el corazon con un acompañamientos a lo largo del camino.
Uno de los signos que precede a la mesa, al sentarse juntos a compartir el pan, es que Jesus sana sus emociones con su presencia y su Palabra, esto lo vemos cuando invitan al “forastero” a quedarse con ellos porque la tarde o la oscuridad aparece en cu camino. Jesus sana y nos hace sensibles (lo contrario de indiferentes).
Entra para quedarse con ellos aunque no lo veamos fisicamente. Es ahi donde al comerle quiere unirse completamente a nosotros.
Este proceso sinodal, no es un invneto de la Iglesia hoy, sino el despertar en el Hoy de la historia, de lo que la Iglesia siempre hizo desde sus inicios, muestra de ello tenemos Hsh Cap 6, con una nueva forma de ser Iglesia, nuevo ministerio a partir de la realidad que interpela.
En la Universidad Católica del Perú hay gran diversidad de personas, jóvenes y adultos, que se acercan al Centro de Pastoral, las actitudes propuestas desde el texto de Emaús son bastantes iluminativas y contribuyen a la construcción de procesos sinodales:
• Hacerse el encontradizo, hay muchos que están en búsqueda, deseosos de encontrar a alguien con quien compartir sus vivencias, “lo que van conversando con sí mismo” y necesitan que otro escuche.
• Acercarse con respeto, generar la confianza que posibilite el diálogo.
• Caminar juntos, desde lo cotidiano, lo simple, lo sencillo. Compartiendo las dificultades, los grandes y pequeños logros.
• Preguntar, en ocasiones hay cosas se saben y son motivo de diálogo. Es necesario también, otras preguntas para conocer su mundo, sus gustos, sus modos de ver y sentir la vida.
• Escuchar sin prejuicios, sin tiempo, percibiendo sus sensibilidades, sus inquietudes, deseos, sueños…
• Actitud de acogida, misericordiosa, como el samaritano, ante experiencias dolorosas y frustrantes, con diversas imágenes de Dios.
• Dar a conocer la Palabra, la persona de Jesús, quienes lo van acogiendo, vivencian cómo se “calienta el corazón” que lanza a comunicarlo a otros, a invitar a que vivan la misma experiencia.
• Quedarse, dar del propio tiempo, sin apuros, “estar en gratuidad”.
• Compartir la mesa oportunidad de reconocernos en la verdad de lo que somos.
En la mesa eucarística donde damos gracias por el camino recorrido, por los pasos que vamos dando comunitariamente; donde nos vamos haciendo comunidad.
En la mesa familiar, de amigos, donde brota lo más auténtico, desde la espontaneidad, la alegría.
• Acompañando el proceso, en el “camino de vuelta a casa”, en el anuncio de lo vivido.
Desde estas actitudes vamos construyendo una Iglesia más sinodal, en salida, que anuncia y manifiesta la VIDA EN ABUNDANCIA que ofrece Jesucristo y su Reino.
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
Saludos
Nuestros servicio hoy en día, a la luz de lo que nos interpela la parábola de Emaús, debemos ante todo reconocer que, en muchos casos huimos ante alguna dificultad que se nos presente, cabizbajos, con miedo, con los ojos cerrados, pero que a pesar de Jesús se nos hace el encontradizo, y nos enseña a camina con junto; es aquí donde debemos aprender a reconocer, que la Iglesia en primera instancia esta la persona, a la que debemos escuchar, acoger, compartir su forma de estar, ser, pues ellos no ayudara a vivir y celebrar en comunidad sinodal.
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
En nuestra diócesis de Gualeguaychú estamos dando los primeros pasos de ” Caminar juntos”, haciendo el ejercicio de escuchar…dialogar. No es sencillo, cuando aún no hemos dado el paso concreto de la conversion pastoral, fundamental para iniciar un camino sinodal.
Creemos en un Dios Trino, Comunidad, por lo que solo en ella podremos descubrir por donde debemos caminar.
Somos parte de una sociedad que aunque manifiesta con sus acciones que no “necesita de Dios”, por otro lado lo requiere. Necesitamos realmente interpelarnos , sincerarnos que tan abiertas tenemos la puerta de nuestra Iglesia, que tantos espacios de escucha y diálogo promovemos.
Es realmente valioso el magisterio de nuestro Papa Francisco , que insistentemente nos invita y exhorta a ser una iglesia sinodal..una iglesia con los modos de Jesús.
Esta propuesta de formación que estoy transitando con ustedes me ayuda a reflexionar e interpelarme sobre mi tarea ministerial y a su vez compartirla con mi comunidad y que juntos crezcamos en fraternidad y vocación de servicio .
Es extraordinario recordar esta lectura desde la perspectiva de la sinodalidad, palabra que no estaba en el ambiente pero se vivía, ciertamente. El caminar de Jesús nos recuerda lo que significa caminar con el pueblo de Dios, a partir de mi propio caminar, de lo que soy como pueblo también, es saber que la acción del Espíritu Santo camina junto a nosotros, y que el discernimiento que me invita a hacer nuestro Señor es saber entender la realidad de estos discípulos que pensaban que se habían quedado solos y no entendieron hasta que Jesús les presenta en signo del pan bendecido y partido , creo que ahí fue donde el Espíritu se manifiesta y ayuda al discernimiento ” no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba” y fue tan grande esa realidad que pierden el miedo y salen de regreso, aun siendo de noche.
otra enseñanza que me queda el saber aprender a Escuchar, preguntar y celebrar la vida de Jesús en nuestras vidas
DESCUBRIR EN LOS PEREGRINOS DE EMAUS, QUE ES UNA CAMINADA JUNTOS, VARONES Y MUJERES….IVLESIA DIVERSA. AL PIE DE LA CRUZ JUNTO A MARIA, LA MADRE DEL SEÑOR…ESTABA MARÍA LA DE CLEOFAS DICE EL EVANGELIO…UNA IGLESIA DIVERSA EN DIÁLOGO Y MUTUA ESCUCHA.
TRATO QUE SEA MI LUZ EN EL TRABAJO EN UNA PARROQUIA DE LA PERIFERIA DONDE TRABAJO LOS FINES DE SEMANA EN LA ARQUIDIÓCESIS DE GUATEMALA.
ESCUCHAR A LA COMUNIDAD…DESCUBRIR A JESÚS QUE CAMINO CON NOSOTROS Y NOSOTRAS…EN LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA PREPARANDO LA HOMILIA Y EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE HACER ESTE MOMENTO PARTICIPATIVO…HACER A LA COMUNIDAD PREGUNTAS GENERADORES QUE NOS INVITEN A LA FIDELIDAD AL EVANGELIO…A JESÚS….PONER EN EL CENTRO DE LA COMUNIDAD ANUNCIO A JESÚS RESUCITADO Y EL DOLOR Y SUFRIMIENTO DE LA COMUNIDAD PRESENTAR UN JESÚS LIBERADOR…LA ALEGRÍA DE CAMINAR JUNTOS Y EXPERIMENTAR LA CERCANÍA DE JESÚS QUE CAMINA CON NOSOTROS…
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, ¿escuchar y celebrar?
De acuerdo a la parábola de los discípulos de Emaús me dejo interpelar que Jesús resucitado se hace presente ante todos los seguidores y las seguidoras de Jesús que experimentan pérdidas y dificultades, me dice que los dos discípulos que iban hacia Emaús no pudieron reconocer a Jesús cuando se les acercó y se puso a caminar con ellos, a pesar de que hablaban de las cosas que acababan de sucederle a Jesús. Con esto me hace sentir que estamos urgidos a ser la Iglesia en salida, de discípulos misioneros como nos pedía Aparecida, para que todos tengan vida en plenitud. Esa vida que Cristo ha traído para todos y debemos hacer llegar, desde el anuncio del kerigma, de un Cristo muerto y resucitado que dio su vida por todos y nos pide conversión personal y comunitaria.
La vocación misionera a la que la Iglesia no puede renunciar, por estar en su misma naturaleza e identidad, es salir a las periferias geográficas y existenciales. Para un cristiano este llamado no es opcional, es un imperativo que Jesús nos pide: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos los pueblos” (Mc 16,15).
Esta historia de los discípulos y Jesús en el camino a Emaús nos demuestra cómo funciona la gracia de Dios, un cuadro de la gracia divina la gracia de Dios hecha carne en Jesús, caminando, hablando, comiendo: la gracia divina hecha común, la gracia de Dios transformando nuestras vidas comunes, hecha humana en Jesús, en encuentros y relaciones llenas de gracia.
Los discípulos, por sí solos, lo hubieran pasado por alto, lo habrían ignorado. Hubieran perdido la oportunidad de encontrarse con Jesús, de estar en la presencia de Dios. Pero las buenas nuevas son que Dios, en su gracia divina, actúa primero, viene a nosotros, nos encuentra donde estamos, quiere caminar con nosotros.
El pasaje también me sugiere que, para los cristianos y las cristianas, la esperanza puede encontrar su acicate y su motivación en las Escrituras y en el acto de compartir la mesa con otros y otras, incluyendo al extranjero. Podemos leer las Escrituras para aprender cómo la obra de Dios es convertir una y otra vez la experiencia del sufrimiento en una experiencia de liberación y de gloria. Más que nada, en nuestra comunión de unos con otros, y en la oferta sincera de nuestra hospitalidad y compañerismo hacia el extranjero, la presencia de Jesús resucitado se hace plenamente visible en el mundo.
Saludos,
Víctor Alcívar Caval
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, escuchar y celebrar ?
Mi servicio en la docencia universitaria y en la pastoral educativa me permiten constatar que “educar” nunca ha sido fácil, y hoy parece ser cada vez más difícil. Vivimos en un estado de auténtica “emergencia educativa”, incluso “catástrofe”, confirmada por los fracasos que experimentamos a pesar de nuestros esfuerzos por formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar un sentido a la propia vida: estamos ante una verdadera “crisis antropológica”.
La educación católica no se puede sustraer de la crisis general de la educación en la época actual, que implica sobre todo una “crisis antropológica”. Esta “parábola sinodal” de Lucas, nos interpela a contemplar dos aspectos fundamentales en la formación docente: el teológico-doctrinal y el pedagógico-pastoral. Estos aspectos deben permitirnos tener una comprensión cristiana-católica del ser humano y de la vida social y consideren la labor educativa como instrumento de evangelización que propicie encuentros de diálogo con la cultura y el pensamiento contemporáneo y aporte un modelo educativo integral que haga presente una Iglesia viva, dinámica y sinodal.
Como docentes estamos llamados a: “adherirnos a una persona” (caminar juntos) y no a una doctrina o moral; la búsqueda constante de la verdad (preguntar); la comprensión del otro y de la realidad (escuchar); y “crear alianzas” que festejen la humanización de la persona (celebrar).
En primer lugar, quiero retomar una aclaración que se hizo al respecto de la parábola, pero que nos recordaba que, en los sinópticos, caminar juntos hace referencia a adhesión a una persona, no a doctrinas ni sistemas éticos o legales, se trata de un seguimiento itinerante y dinámico, sin olvidar además, que el camino del discipulado, es aprendizaje sobre la persona de Jesús. También nosotros estamos llamados a vivir hoy nuestra vocación misionera, tras el encuentro personal con Jesús, recordando que la Misión es obra del Padre, que la hace florecer por la fuerza misma del Evangelio.
De modo que este caminar juntos [σύν (sin) significa con y ὁδός (odos) camino] implica: por un lado que es una búsqueda constante, que nos dirige al encuentro con Jesús; hacemos con él este camino, es una ruta de seguimiento y, finalmente, el camino nos lleva a los hermanos, la misión. En ninguna de estas fases, el camino se hace en solitario y caminar juntos implica caminar con la humanidad entera.
Evidentemente, el Papa Francisco que nos invita a ser Iglesia en salida misionera, nos pide también que seamos Iglesia samaritana, que cura heridas, que ayuda a releer la historia, para poder responder sinodalmente a los signos de los tiempos.
El camino de los de Emaús, su experiencia de “ceguera”, creo que es también una llamada a estar atentos a cuantos nos rodean, para poder descubrir a Cristo que camina con nosotros. Esto implica dar cabida a todos los aportes, a crecer con las experiencias, a dejarnos interpelar. Hermanos caminando de la mano.
Fue realmente motivador haber descubierto en la parábola de los discípulos de Emaus un modelo de sinodalidad en el actuar de Jesús, e invita a seguir descubriendo en las Sagradas Escrituras otros momentos sinodales.
En mi servicio pastoral compartí con mis compañeros al reunirnos en esa semana, este ejemplo de Jesús; reflexionamos ese primer paso que es el encuentro como iglesia que somos, y cuidando vivir el “preguntar” y escuchar” con atención, terminando con una celebración sobria pero fraterna.
Tomando como luz el pasaje de los discípulos de Emaús, lo primero que anoto es el tema de las “expectativas” que los distintos miembros de una comunidad pueden tener y cómo esas expectativas se pueden ver frustradas. La segunda idea es que cuando hablamos del seguimiento de Jesús y del Reino, ninguna expectativa se frustra, pero necesita ser releída a la luz de la Palabra y de Jesús. Uno hace esa relectura a algunos y algunos llevan, de nuevo, la ilusión a todos, a la comunidad. En medio, hay también un suceso importante, el compartir la mesa.
La parábola sinodal de los discípulos de Emaús me invita a cuestionar actitudes personales al acompañar procesos, sobre todo como acompañante en el proceso de postulantado en mi comunidad.
Asumo la invitación de hablar menos y escuchar más, con paciencia, respetando los ritmos de las personas, dejando que expresen lo que sienten, viven y que hagan su propia lectura de los acontecimientos.
Proponer, como Jesús y con Jesús y su Palabra, una nueva mirada o una mirada más amplia de la realidad requiere, en primer lugar, escucha y comprensión de lo que viven los demás. Saber estar, caminar y compartir la palabra y la mesa para redescubrir, juntas, al Dios de la vida.
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, ¿escuchar y celebrar?
El camino de Jesús con los discípulos de Emaús (Lc24,13-35)
El presente texto nos traslada definitivamente a la experiencia que los discípulos de Emaús vivieron al encontrarse con Jesús, al que en un primer momento lo trataron como un forastero, un extranjero, un extraño, cómo a alguien que no es de su territorio o no forma parte de su comunidad, y es por ello que no lo reconocen. Se trataría de entender tal actitud, púes luego de los acontecimiento vividos y suscitados a raíz de la muerte de su maestro (Jesucristo), los discípulos se encuentran afligidos y atenuados, desilusionados, con sus esperanzas no cumplidas.
Este episodio o experiencia se la puede comprender desde cuatro momentos importantes:
El primero, el encuentro de Jesús con los dos discípulos en el camino a Emaús (vv. 13-16),
El segundo, su conversación mientras caminaban juntos (vv. 17-27)
El tercero, la comida que comparten en Emaús (vv. 28-32).
Y, el cuarto, el regreso a Jerusalén para reunirse con los otros discípulos (vv. 33-35).
No nos queda más que decir, que esta experiencia de encuentro con aquel Forastero es la vivencia de la Gracia de Dios manifestada en el camino de a Emaús, donde Dios a través de su hijo Jesucristo, toma la iniciativa, pues es Él el que actúa primero, va hacia los discípulos, se encuentra con ellos y camina con ellos.; y al final de este caminar entra a sus corazones y se queda con ellos.
A todo esto, y ya desde nuestra experiencia Laical, puedo decir que Jesús se hace presente en medio de nosotros en todo momento, también en los momentos de desesperación, de desilusión y desesperanza. Tan sólo que, al igual que discípulos de Emaús nos cuesta reconocer su presencia que nos motiva y nos anima cada día, manifestada en la participación de los sacramentos y, en la oración y en la lectura de la Sagrada Escritura; pero, sobre todo en la experiencia de convivencia y atención con los más necesitados y vulnerados.
Sin embargo, pienso que la experiencia Sinodal, nos invita a caminar dentro de la pedagogía de Cristo o Pedagogía Sinodal, caminado juntos, preguntando, escuchando y celebrando.
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús, llamada por el Profesor parábola sinodal: caminar juntos, preguntar, ¿escuchar y celebrar?
El profesor Tarcisio desglosó de una manera maravillosa la parábola de Emaús, dando especial importancia a la escucha, al camino y a la mesa compartida, enmarcando todo esto en el respeto a la diversidad y a la invitación al discernimiento.
La comunidad donde yo presto mis servicios de voluntariado, es una parroquia veredal, enmarcada en la diversidad con oficios diferentes, muy distintos niveles intelectuales pero comprometida con el trabajo parroquial. Está muy poco desarrollada la escucha y el discernimiento de tal manera que la planeación de los programas parroquiales se limita a la sacramentalidad y a conseguir recursos para la manutención de la parroquia.
Estos propósitos logran mantener una comunidad unida, lo que se traduce en un reto para iniciar un trabajo desde la práctica de la sinodalidad, iniciando por la conversación espiritual, reto que sin lugar a duda debo asumir.
Bueno día
Saludos a todos
El camino Sinodal o el camino Emaús, cómo bien lo ha representado el profesor, es modelo para poder superar los distintos estancamientos pastorales y / o Eclesiales. Es interesante la invitación que propone el Evangelista Lucas, el servicio ministerial no debe ser impositivo, es en su naturaleza participativo, el servicio ministerial no debe ser condenativo, ni excluyente. Este texto bíblico, al igual del cap 8 de Hechos de Apóstoles, Felipe es enviado por el Espíritu Santo a predicar al Etíope y él inicia con una pregunta, no es un evangelio impositivo, ni el se muestra como un ministro excluyente, al igual que Jesús en nuestro texto de estudio nos muestra la naturaleza del ministerio pastoral y eclesiástico.
Las características del líder ministerial y de todo un camino Sinodal es la escucha, cómo bien lo hizo Jesús, la participación sin condicionamientos egocéntricos, tener un discernimiento a la luz de la palabra y del espíritu santo.
Solo esta forma de proceder nos ayudará a ser una Iglesia en salida, en la búsqueda del otro sin prejuicios condenatorios, a acercarnos con una escucha activa, que me permita terminar con las indiferencia o con una actitud de descarte, cómo bien lo llama el Papa Francisco en su documento Evangilium Gaudium.
En lo particular me encantó esta presentación del profesor, y no puedo pasar por alto el tema la mesa compartida, que bella reflexiones. Gracias y que Dios le ilumine siempre.
Saludos desde Nicaragua Linda.
Iglesia sinodal, desde los discípulos de Emaús:
caminar juntos: En el camino los discípulos caminan desalentados, debido a los acontecimientos recientemente ocurridos, a ese camino se suma Jesús, aunque ellos no lo reconocieron, y la actitud de Jesús es de escucha.
Preguntar y escuchar: la introducción de la pregunta de Jesús “de que conversaban por el camino” es para profundizar la escucha y el diálogo, teniendo en cuenta a las personas, sus sentimientos, su situación, respetando como perciben la realidad, dando espacio para que se habrán progresivamente. Para dar paso en esa escucha, a “la voz del Espíritu, escucha de Dios hasta escuchar con el clamor del pueblo, y este escuchar el clamor del pueblo hasta respirar en el la voluntad a la que Dios nos llama” Francisco
celebrar: el camino recorrido juntos, con todo lo que el camino trae.
¿Cómo hoy en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la parábola de los discípulos de Emaús?:
Desde mi servicio como animadora general, con la conciencia de que yo también soy una discípula, que camina con otros y otras en la búsqueda de la voluntad de Dios, mi animación y acompañamiento, esta llamada a seguir profundizando la escucha, con preguntas que animen al diálogo, a la búsqueda y valoración del camino recorrido de las distintas hermanas y de las diferentes comunidades.
Teniendo en cuenta los sentimientos y la percepción de la realidad de cada hermana en particular, y del diálogo y discernimiento que permitieron a cada comunidad, la escucha del Espíritu y a los clamores del pueblo.
Alentando a que los pasos dados, con sus dolores y posibilidades puedan ser valorados y celebrados como parte del camino recorrido.
Todo esto, integrado en la conciencia, de que nuestro servicio misionero está establecido en diferentes iglesias particulares, donde los dolores y clamores de la gente, y sus esperanzas y posibilidades son bien distintas.
Sabiendo entonces que la misión, y la encarnación del carisma, en cada realidad, serán diferentes, con los puntos de encuentro de nuestra espiritualidad que permite la comunión.
¿Cómo en nuestro servicio ministerial, nos dejamos interpelar por la palabra de Dios en el camino sinodal?
El camino sinodal nos hace una bella propuesta en la que se quiere hacer a la iglesia más participativa e incluyente. Y es que la Iglesia ha vivido y vive bajo el influjo de la Palabra. Del misterio de la Palabra la Iglesia ha hecho una constante experiencia y reflexión a lo largo de los siglos. «La centralidad de la Palabra de Dios desempeña un papel fundamental en la vida de la Iglesia: la Iglesia vive de la Palabra de Dios, la escucha, la celebra, la pone en práctica. La fidelidad a la Palabra es fuente y criterio de autenticidad de la comunidad cristiana». Y el Espíritu actualiza en un caminar juntos, la existencia cristiana que se transforma en el vivir de “hijos en el Hijo”.
Por otra parte, se requiere superar los límites que arrastramos de la pastoral de cristiandad y plantear una pastoral orgánica «renovada y vigorosa» que sirva «mejor a las necesidades de los fieles», procurando «una respuesta consciente y eficaz» conforme las exigencias del mundo de hoy. Esta pastoral debe sustentarse en una eclesiología que tenga por modelo el Misterio trinitario y una más profunda comprensión de la Iglesia, Cuerpo de Cristo, de quien -como Cabeza del Cuerpo- proviene su vitalidad y fecundidad.
Es aquí donde el icono de la propuesta de Emaús toma fuerza como método hermenéutico para pasar de la iglesia conquistadora a la iglesia evangelizadora. Es decir, aquella que se detiene a preguntar para escuchar al pueblo. E interesarse por lo que realmente aqueja al pueblo de Dios, iluminando así la realidad más que con doctrina , con una experiencia viva del evangelio que nace de un caminar juntos como hermanos.
El caminar juntos es estar atento a las novedades del Espíritu de Dios. Pero desde lo concreto de la vida. Esta es la novedad de la escuela de Jesús. Porque en él, seguimiento es igual a itinerancia, donde el camino es progresivo no solamente en el recorrido espacial sino también en aquel recorrido existencial que acontece al interior de cada caminante que se hace peregrino. Todo esto dinamiza la historia conduciéndola a un crescendo en la celebración, ya que en el compartir de la mesa, se fusiona el pan de la palabra y el material. Aquí la comunidad obtiene la fuerza para seguir andando. La mesa compartida es expresión de la apertura al trascendente y lugar teológico donde los hombres y mujeres se encuentran como hermanos y desde el cual Dios hace morada para impregnarlo todo de su Gracia.
El caminar juntos es estar atento a las novedades del Espíritu de Dios. Pero desde lo concreto de la vida. Esta es la novedad de la escuela de Jesús. Porque en él, seguimiento es igual a itinerancia, donde el camino es progresivo no solamente en el recorrido espacial sino también en aquel recorrido existencial que acontece al interior de cada caminante que se hace peregrino. Todo esto dinamiza la historia conduciéndola a un crescendo en la celebración, ya que en el compartir de la mesa, se fusiona el pan de la palabra y el material. Aquí la comunidad obtiene la fuerza para seguir andando. La mesa compartida es expresión de la apertura al trascendente y lugar teológico donde los hombres y mujeres se encuentran como hermanos y desde el cual Dios hace morada para impregnarlo todo de su Gracia.
Es aquí donde el icono de la propuesta de Emaús toma fuerza como método hermenéutico para pasar de la iglesia conquistadora a la iglesia evangelizadora. Es decir, aquella que se detiene a preguntar para escuchar al pueblo. E interesarse por lo que realmente aqueja al pueblo de Dios, iluminando así la realidad más que con doctrina , con una experiencia viva del evangelio que nace de un caminar juntos como hermanos.
El camino hacia Emaús se convierte en una exquisita parábola sinodal, caminar juntos, escuchar, celebrar, nos lo recuerda Tarcisio Gaitán que ante las dificultades pastorales, o ante las críticas de algunos la tentación puede ser huir como los discípulos de Emaús bajar los brazos, renunciar a nuestro compromiso bautismal, nuestro compromiso eclesial con la sinodalidad, volver a la comodidad a lo que estábamos acostumbrados hace 15 siglos volver a la medianía de lo siempre se ha hecho así para que cambiar. Pero resulta que caminar juntos es estar atentos a las sorpresas del espíritu, por eso el Papa insiste que una clave sionodal es escuchar
Caminar con Jesús fue la expresión que permitió al grupo de los discípulos comprender que el seguimiento es una experiencia concreta una adhesión a una persona no a una doctrina o a un sistema ético o a un rito o un sistema legal.
La exigencia de Jesús es también una invitación a la Iglesia de todos los tiempos a que tengamos clara la conciencia que nosotros que somos agentes de pastoral que la misión no depende de nuestra propia fuerza, no depende de la estructura administrativa de la parroquia, de la Diócesis o de la Iglesia Universal, tampoco depende de la eficiencia de los planes pastorales, todo eso es necesario, pero la misión depende y es obra del Padre que la hace florecer por la fuerza misma del Evangelio.
En la parábola de los discípulos de Emaús contemplo dos hombres desde la humanidad de una conversación sincera,de escucha,de compartir lo que habían vivido junto a Jesús,deseando que sus palabras dieran plenitud a sus vidas y ahora se acompañan en escuchar sus sentimientos,las expectativas frustradas…pero juntos y en camino.
Se despliega toda la pedagogía de Jesús:la llamada a gente diversa que camina junta.Igual que hoy estamos viviendo este camino sinodal.
El seguimiento nos compromete con la misión y con el mundo.Y siempre haciéndolo con otros.
Me interpela a caminar con mayor diversidad de voces y miradas,fuera de los contextos más cómodos .Y donde no estoy,estamos,tener unión de ánimo en que otros tienen presencia y escucha al pueblo De Dios.En definitiva,caminamos juntos.Como los de Emaús.
En nuestro caminar humano y cristiano, es muy consolador reposar la mirada en los pasos y decisiones que realizaron nuestros primeros seguidores de Jesús en la construcción de una Iglesia misionera y sinodal. Pasos que fueron marcados por una experiencia grande y profunda de encuentro con el Resucitado como los discípulos de Emaús, y por una convicción profunda que él camina con nosotros, ayudándonos a realizar una reinterpretación de las escrituras y hacer una lectura creyente de la realidad habitada por Dios, aunque nos parece oscura y opaca. Estos pasos que me llaman la atención son: el estar en camino, en salida, aunque el rumbo sea de regreso y desaliento, pero se está en movimiento. El acompañar, Jesús se muestra como acompañante, compañero, el que parte el pan, con delicadeza y una sutil conversación les ayuda a encontrar el sentido de lo que han vivido, hasta que le encuentran a ël mismo. Quizá en nuestro camino sinodal la primera mirada y el enfoque debe estar centrado en Jesús, en su entorno todos somos buscadores y buscados, todos somos hermanos. El diálogo es otra de las herramientas vitales para este proceso sinodal, el diálogo que abre puentes y caminos particularmente para los que se van cansados, para quienes consideran que esto se acabó, fue un engaño, no se vislumbra horizontes de futuro; allí aparece una voz que destella sentido. Urgen comunidades que a la luz de la Palabra de Dios, generen encuentros y comunidades de sentido. Finalmente esta historia es solo el hilo de una larga trama, no comienza ni se acaba con nosotros, hay que salir y comunicar, contar, contagiar y enredar a los demás, esta experiencia no nos pertenece, somos un eslabón de la trama y aquí la sinodalidad, nos muestra la grandeza y fragilidad de nuestro aporte.
La Iglesia sinodal como madre y maestra, ha promovido espacios para la escucha paciente, el diálogo inclusivo, así como el encuentro presencial y virtual, con la intención de conocer a profundidad, los conceptos de sínodo, sinodalidad, escuela sinodal. Estas iniciativas eclesiales han respondido con objetividad y coherencia ante las exigencias de la realidad del mundo de hoy, en el que la tecnología y los avances en la práctica de la inteligencia artificial, son motivos para el intercambio dialógico entre los miembros del magisterio que hacen vida pedagógica en los centros educativos asociados, y cuya misión compartida, hace eco en las familias y en las nuevas generaciones de estudiantes.
La palabra sínodo indica el camino que recorren juntos los miembros del pueblo de Dios, considerando que las comunidades cristianas que conviven en las escuelas sinodales, reconocen que el Señor Jesús se presenta a sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6¬) Los cristianos como sus seguidores desde el origen de la Iglesia, fueron llamados “los discípulos del camino” (Hch 9, 2) En tal sentido, la experiencia cotidiana de la escuela sinodal comienza y termina en el Sagrario.
Con afecto
Gladys Rojas Peña. Mérida – Venezuela.
La Iglesia sinodal como madre y maestra, ha promovido espacios para la escucha paciente, el diálogo inclusivo, así como el encuentro presencial y virtual, con la intención de conocer a profundidad, los conceptos de sínodo, sinodalidad, escuela sinodal. Estas iniciativas eclesiales han respondido con objetividad y coherencia ante las exigencias de la realidad del mundo de hoy, en el que la tecnología y los avances en la práctica de la inteligencia artificial, son motivos para el intercambio dialógico entre los miembros del magisterio que hacen vida pedagógica en los centros educativos asociados, y cuya misión compartida, hace eco en las familias y en las nuevas generaciones de estudiantes.
La palabra sínodo indica el camino que recorren juntos los miembros del pueblo de Dios, considerando que las comunidades cristianas que conviven en las escuelas sinodales, reconocen que el Señor Jesús se presenta a sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6¬) Los cristianos como sus seguidores desde el origen de la Iglesia, fueron llamados “los discípulos del camino” (Hch 9, 2) En tal sentido, la experiencia cotidiana de la escuela sinodal comienza y termina en el Sagrario.
Con afecto
Gladys Rojas Peña. Mérida – Venezuela.