Foro: El documento de la Etapa Continental del Sínodo (n.8) señala: “… se rescata el precioso tesoro teológico en el relato de una experiencia de haber escuchado la voz del Espíritu por parte del Pueblo de Dios…” Según lo planteado por el Profesor Rafael Luciani ¿Qué dinámicas comunicativas planteadas puedes aplicar en tu dinámica ministerial para rescatar el precioso tesoro teólogo de la escucha?
Su aporte no debe superar las 300 palabras.
Resulta muy iluminador que en esta etapa de recepción de la tradición viva de la fe emanada desde el Concilio Vaticano II sea todo el Pueblo de Dios en y desde las Iglesias locales el que viva, encarne, restituya -entiendo restituir como re interpretar el mensaje de la fe en y desde las propias categorías socioculturales- y anuncie el Reino según la pluralidad de carismas y ministerios locales. Esta etapa de recepción cuestiona las estructuras caducas tanto de las parroquias como del modo de vivir los ministerios (tanto ordenados como instituidos) y la apertura a nuevos ministerios y carismas que sopla el Espíritu. Enfatizamos la dimensión Pneumatológica de la Iglesia donde todos los bautizados somos corresponsables desde el sensus fidei y sujeto colectivo de la Iglesia. Y los ministros ordenados deberán re descubrir el estilo y la competencia específica de su ministerio de acuerdo a los signos de los tiempos. La pregunta para todos es ¿cómo formarnos y hacernos co responsable? y la pregunta para los ministros ordenados es ¿Cómo formar y cómo ejercer en la Iglesia Sinodal la presidencia de las comunidades?
En el contexto de iglesia pueblo de Dios resaltó la dinámica de una escucha atenta, valiente,dinámica y un discernimiento pastoral y desbordante del amor del Espíritu de Dios,en un entendido de que debo salir de mi misma
para ir al encuentro del hermano y con los mismos oídos, con la misma capacidad de escucha y con el mismo corazón con el que escucho al Padre debo escuchar a los hermanos, es necesario
captar, entender sus expresiones y promover la confianza en ellos para que expresen con toda libertad sus angustias, dolores, gozos, esperanzas, necesidades, especialmente lo que desean y quieren de la Iglesia, todas y todos tenemos derecho de ser escuchados y ser corresponsables en la escucha de los demás .
“No se trata de ir tras una renovación de la religión para hacer sus prácticas más accesibles al hombre de hoy, sino «vivir a fondo lo humano» (EG 75), «salir de sí hacia el hermano» (EG 179) y rescatar una religión fraterna. Es aquí donde el catolicismo se mide hoy, La conversión que necesita la Iglesia comienza, entonces, con el paso «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera» (Aparecida 370),”
El Profesor Luciani señalaba que la Sinodalidad aporta maduración a la recepción de la realidad de Pueblo de Dios, que se articula en un lugar específico, al incorporar las dinámicas comunicativas y señalaba, explícitamente y a lo largo de sus intervenciones y vídeos las siguientes: escuchar, compartir, aprender, integrar, oración en conjunto, consulta, discernimiento comunitario.
La propuesta se refiere a cuáles puedo aplicar en mi realidad “escuchadora”. Hoy por hoy, mi LUGAR explícito es mi Congregación, en la que vivimos (¡o lo intentamos!) la obediencia como CORRESPONSABILIDAD. Quizás desde fuera es un poco difícil imaginar, así que pongamos un ejemplo: un destino, no es una imposición, sino una propuesta que, tanto yo como las Superioras legítimas, hemos de discernir en dos momentos: primero, ellas cuando valoran la necesidad de mi presencia en otra obra y yo cuando me ofertan; en otro momento, cuando yo aporto el fruto de mi discernimiento personal, debemos entonces discernir juntas. Considero que la consulta es en este proceso fundamental, en la medida en que la Hermana ha de exponer sus posibles razonamientos para permanecer o no en una misión o aceptar una nueva propuesta. Este proceso sólo es posible desde la apertura y la acogida, no dar decisiones “hechas” sino dispuestas a aprender e integrar la realidad que la Hermana pueda aportar y que a lo mejor desconocemos. La oración juntas antes del diálogo, con las prisas que llevamos siempre para todo, creo que es un elemento central y que en ocasiones no cuidamos con el debido esmero.
Entiendo que, de todo modos y con nuestras limitaciones humanas, muchas de estas dinámicas son algo habitual en la vida comunitaria porque, sin ellas, todo sería mucho más difícil y poco nos diferenciaría de un alojamiento para solteras. Cristo en medio de nosotras y la comunicación VIVA es lo que nos hace SER.
En la Provincia SJ de España estamos tratando de impulsar la realidad de comunidades apostólicas, de religiosos y laicos/as, en obras y territorios. Está siendo un proceso es que estamos escuchándonos unos y otros. Está siendo un proceso de ida y vuelta entre los sectores, las plataformas y el equipo que lidera este tema, el equipo del secretariado de colaboración. Es una escucha que ha tenido distintos momentos y espacios, consulta de ministerios, encuentros de delegados de plataforma, equipo del secretariado de colaboración. A su vez, los delegados de sectores han promovido la reflexión y escucha de los equipos en esta materia. Es un proceso que lleva tiempo pero en que se van viendo avances como consecuencia de esta escucha y del propio proceso dinámico.
Muchas gracias por todos los aportes anteriores.
Primero que todo me parece muy importante resaltar la creatividad y fecundidad del magisterio del Santo Padtre que viene renovando a nuestra Iglesia.
Como el profesor subrayaba , citando LG.23 La Iglesia local se realiza en la forma sociocultural en la que hace vida.
Se trata de crear la circularidad entre la escucha, el discernimiento, la elaboración y la toma de decisiones en la Iglesia
La Iglesia ha sido convocada a un Sínodo cuyo lema es: Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión.
Y este es un poco el ejercicio que venimos haciendo con nuestra comunidad, en una continua escucha, con tanta comunión para discernir cual es la misión a la que está llamada, para unir fuerzas en la toma de decisiones que nos llevan a la encarnación concreta del Evangelio en ese ámbito socio cultural donde nos desenvolvemos que nos realiza como Iglesia.
Cada encuentro enriquece nuestro camino de fe. Me maravilla apreciar la comunión en el pensar de Pablo VI, Juan Pablo II y Francisco, definitivamente el Espíritu Santo siempre ha estado presente.
Hablar de Sinodalidad en la Iglesia no es sencillo, cuando quienes formamos parte no siempre tenemos la apertura suficiente para dar el “paso” a una iglesia capaz de escuchar todas las voces …de salir al encuentro del hermano , de abrazar la vida como viene.
Es fundamental promover y fortalecer la comunión entre laicos y pastores ya que ninguna realidad subsiste sin la otra.
Como iglesia particular vamos haciendo camino juntos poniendo en práctica espacios de escucha y reflexion, es fundamental motivar, promover e impulsar acciones que nos permitan ser parte de una iglesia cuyo modo de ser sea la Sinodalidad.
Me ha llamado la atención lo compartido por el Prof Luciani, sobre la experiencia de los distintos continentes en el compartir las sintesis continentales de la consulta sinodal.
Y da alegría ver a Latinoamerica como un lugar de impulso sinodal en base a su historia de las Conferencias Episcopales, y en contra parte escuchar las dificultades en norteamérica por la presencia de grupos tan conservadores que se ven manifiestos en canales de youtube, que terminan confundiendo a muchos católicos, y les desanima en el camino sinodal.
De igual manera, las dificultades en Europa para hacer un camino continental, en Asia por la diversidad de religiones y en África por la falta de un ejercicio de comunión entre las Conferencias Episcopales.
Con los propios límites de una mayor conciencia sinodal en algunas de nuestras Diócesis y Parroquias, sin embargo, América Latina tiene una grande responsabilidad con el futuro de la Iglesia.
Las dinámicas comunicativas planteadas por el Profesor Luciani han sido aplicadas en mi actividad pastoral de la siguiente manera:
Consulta: antes de iniciar un nueva actividad se convoca a los participantes a proponer sus ideas y se les da un tiempo prudente para pensar y concretar su iniciativa.
Diálogo: con el fin de que cada participante comparta sus inquietudes se cita a una reunión para escuchar las diferentes propuestas que puedan surgir para desarrollar la actividad que llevaremos a cabo.
Discernimiento: se estudian las diferentes opciones de trabajo y sobretodo se escucha los argumentos de los participantes.
Consejo: las personas que tendrán a cargo la actividad se escuchan teniendo en cuenta lo aportado en las anteriores dinámicas comunicativas y si lo ven necesario se acude a un experto para aclarar dudas.
Decisión: una vez alcanzado un consenso, se da a conocer la decisión tomada a cada uno de las participantes del proceso.
Rendición de cuentas: Una vez concluido la actividad se reúnen para celebrar y escuchar los resultados obtenidos del trabajo realizado.
¿Qué dinámicas comunicativas planteadas puedes aplicar en tu dinámica ministerial para rescatar el precioso tesoro teólogo de la escucha?
desde mi parecer creo que es enriquecedor fortalecer la dinámica de la escucha activa, donde se fomente la conversación espiritual a todos los fieles, sin ningún tipo de discriminación, empezando por mi misma, en una constante búsqueda de conversión personal, donde pueda dar testimonio con mi vida que Dios nos ama , que pueda hacer realidad lo de saber escuchar, es lo mas sagrado de la persona, tratar que mi mentalidad vaya de acuerdo a estos procesos interculturales y propios de cada región, o diócesis
Es claro que para el Vaticano II, no existen dos clases de cristianos –clero y laicos– sino un único género, los bautizados, que engendran otro binomio comunidad-ministerios. Y como bautizados estamos invitados a caminar juntos pero primero que todo, debemos procurar una cultura del Encuentro donde nuestro primer encuentro sea con Jesucristo, evangelio del Padre y camino de salvación para todos los pueblos. Es urgente escuchar a Dios. El mismo Jesús invitaba constantemente a la escucha. El Padre desde el cielo ordena escuchar a su Hijo: «En esto, una nube los cubrió con su sombra y una voz salió de ella: este es mi Hijo amado: ¡escúchenlo!» (Mc 9,7).
Jesús declara que el primer mandamiento es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30). Jesús centra la cuestión fundamental de la fe en el Shema. Ya que es el centro de la fe en el único Dios verdadero de Israel y, como necesaria consecuencia, un amor a Dios completo y sin reservas . De allí que la fontalidad de la Palabra de Dios es la tarea a la que estamos llamados a recuperar en este tiempo nuevo. La Iglesia debe reconocerse toda ella, desde sus orígenes hasta el fin de la historia; nacida, alimentada y sostenida por la vida que emerge del encuentro con Jesús, Palabra última y definitiva que Dios Padre. La Iglesia es consecuencia de la adhesión a Jesucristo y a su Reino. No hay cristiano sin Iglesia.
Por tanto las comunidades eclesiales de base son lugares teológicos de vinculación y configuración con el Maestro cuando se acoge y actualiza la enseñanza de los Apóstoles, se vive la comunión, se celebra la Eucaristía, se ora y reflexiona la Palabra de Dios. Por consiguiente la actual eclesiología de “pueblo de Dios” sustentada en el Concilio Vaticano II se enfrenta a un gran desafío : sacarse del todo, los siglos de régimen de cristiandad con su concepción clerical de la Iglesia, su forma de ejercer la autoridad y concebir el protagonismo en la evangelización, lo que trae repercusiones negativas para la pastoral orgánica o sugerir una Iglesia Sinodal.
Por lo que se ve, no se practican del todo los principios que se deducen de la eclesiología de “pueblo de Dios” y que sustentan la pastoral orgánica: participación, descentralización y desconcentración. Dada la falta de organicidad, muchas veces el ejercicio pastoral no pasa de ser un “conjunto de pastorales”, es decir, una “pastoral de colectivos”. Es necesario discernir nuevas dinámicas relacionales y comunicacionales en las que se reconozca y ponga en práctica el carácter recíproco y vinculante que ha de existir entre la communio hierarchica y la communio fidelium, pues ambas constituyen la universitas fidelium. La hermenéutica de la expresión conciliar christifideles abre una nueva senda en las fórmulas de comunicación y participación entre los sujetos eclesiales que conforman el Pueblo de Dios, y permite repensar la definición de sus identidades en el marco de un nosotros eclesial misionero. Otro desafío es que si no se educa a las comunidades cristianas para tales procesos, a través de una pedagogía eclesial que enseñe a pasar de la opinión al compartir, del alarde de una idea a la búsqueda paciente del consenso, en la docilidad de todos al Espíritu.
Es claro que para el Vaticano II, no existen dos clases de cristianos –clero y laicos– sino un único género, los bautizados, que engendran otro binomio comunidad-ministerios. Y como bautizados estamos invitados a caminar juntos pero primero que todo, debemos procurar una cultura del Encuentro donde nuestro primer encuentro sea con Jesucristo, evangelio del Padre y camino de salvación para todos los pueblos. Es urgente escuchar a Dios. El mismo Jesús invitaba constantemente a la escucha. El Padre desde el cielo ordena escuchar a su Hijo: «En esto, una nube los cubrió con su sombra y una voz salió de ella: este es mi Hijo amado: ¡escúchenlo!» (Mc 9,7).
Jesús declara que el primer mandamiento es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30). Jesús centra la cuestión fundamental de la fe en el Shema. Ya que es el centro de la fe en el único Dios verdadero de Israel y, como necesaria consecuencia, un amor a Dios completo y sin reservas . De allí que la fontalidad de la Palabra de Dios es la tarea a la que estamos llamados a recuperar en este tiempo nuevo. La Iglesia debe reconocerse toda ella, desde sus orígenes hasta el fin de la historia; nacida, alimentada y sostenida por la vida que emerge del encuentro con Jesús, Palabra última y definitiva que Dios Padre. La Iglesia es consecuencia de la adhesión a Jesucristo y a su Reino. No hay cristiano sin Iglesia.
las comunidades eclesiales de base son lugares teológicos de vinculación y configuración con el Maestro cuando se acoge y actualiza la enseñanza de los Apóstoles, se vive la comunión, se celebra la Eucaristía, se ora y reflexiona la Palabra de Dios. Por consiguiente la actual eclesiología de “pueblo de Dios” sustentada en el Concilio Vaticano II se enfrenta a un gran desafío : sacarse del todo, los siglos de régimen de cristiandad con su concepción clerical de la Iglesia, su forma de ejercer la autoridad y concebir el protagonismo en la evangelización, lo que trae repercusiones negativas para la pastoral orgánica o sugerir una Iglesia Sinodal.
Es necesario discernir nuevas dinámicas relacionales y comunicacionales en las que se reconozca y ponga en práctica el carácter recíproco y vinculante que ha de existir entre la communio hierarchica y la communio fidelium, pues ambas constituyen la universitas fidelium. La hermenéutica de la expresión conciliar christifideles abre una nueva senda en las fórmulas de comunicación y participación entre los sujetos eclesiales que conforman el Pueblo de Dios, y permite repensar la definición de sus identidades en el marco de un nosotros eclesial misionero. Otro desafío es que si no se educa a las comunidades cristianas para tales procesos, a través de una pedagogía eclesial que enseñe a pasar de la opinión al compartir, del alarde de una idea a la búsqueda paciente del consenso, en la docilidad de todos al Espíritu.
El Profesor Rafael Luciani explica en la Revista Medellin 185 en el articulo “El corazón de la recepción actual de la eclesiología del Pueblo de Dios”
La escucha recíproca, como es comprendida hoy en día, adquiere un carácter vinculante ya que todos los fieles conforman un conjunto orgánico en el que cada sujeto aporta algo según su modo de ser (LG 31). De este modo, “cada miembro está al servicio de los otros miembros… [de modo que] los Pastores y los demás fieles están vinculados entre sí por recíproca necesidad” (LG 32). No podemos separar estas dinámicas comunicativas según lo que correspondería a los distintos sujetos eclesiales considerados individualmente, porque, como explicó el Cardenal Suenens, “en el Pueblo de Dios, las funciones, las tareas, los ministerios, los estados de vida y los carismas están unidos orgánicamente en una red multiforme de lazos estructurales y de relaciones vitales (LG 13)”33. Nunca existimos como individuos aislados, sino que nos vamos co-constituyendo en un gran nosotros eclesial, como lo ha denominado la teóloga Noceti. La complejidad y el desafío de todas estas dinámicas comunicativas radica en su carácter inclusivo.
Por ejemplo, escuchar requiere que reconozcamos a los demás como sujetos de su propio viaje. Cuando lo hacemos, los demás se sienten acogidos, no juzgados, libres de compartir su propio camino espiritual. Esto se ha experimentado en muchos contextos, y para algunos ha sido el aspecto más transformador de todo el proceso. La experiencia sinodal puede leerse como un camino de reconocimiento para quienes no se sienten suficientemente reconocidos en la Iglesia (DCS 32). Esta práctica está siendo rescatada hoy. En el proceso sinodal
Escuchar a los demás es una poderosa dinámica comunicativa que abre el camino de la conversión y supera la auto-referencialidad eclesial, a todos los niveles. De hecho, no escuchar conduce a la incomprensión, la exclusión y la marginación. Como consecuencia ulterior, crea cerrazón, simplificación, falta de confianza y temores que destruyen la comunidad. Cuando los sacerdotes no quieren escuchar, poniendo excusas, como en el gran número de actividades, o cuando las preguntas quedan sin respuesta, surge en el corazón de los fieles laicos un sentimiento de tristeza y alejamiento. Sin escucha, las respuestas a las dificultades de los fieles se sacan de contexto y no abordan la esencia de los problemas que viven, convirtiéndose en moralismo vacío. Los laicos sienten que la huida de la escucha sincera proviene del miedo a tener que comprometerse pastoralmente. Un sentimiento similar crece cuando los obispos no tienen tiempo para hablar y escuchar a los fieles (DCS 33).
De ahí que el arte de escuchar requiera formación y experiencia, así como poner a nuestra disposición los medios necesarios para evitar discusiones vacías basadas en opiniones o guerras culturales, tales como “favorecer la difusión más completa de la información, permitir la consulta y la expresión serena de puntos de vista diversos, apoyar el estudio que lleva a la maduración de las ideas, enmarcar el intercambio y la deliberación que conducen a la toma de decisiones, favorecer la retroalimentación para comprender las orientaciones tomadas, etc”. (Gilles Routhier, “La synodalitè dans l’Église locale”, Scripta Theologica 48 (2016) 695-696)
Ante lo compartido por Rafael me resuena la importancia de seguir impulsando los procesos de formación .
Otro desafío es revisar nuestras formas de relacionarnos, saber escuchar ante la toma de decisiones , impulsando la participación, de las personas.
Otro aspecto a tomar en cuenta es asumir la responsabilidad de nuestro ser bautizado y con ello pedir la fuerza de Ruah para que nos ilumine en este proceso sinodal que hemos iniciado y depende de mi y de quienes estamos en estos procesos formativos recrear nuevas formas de relacionarnos.
Soy educadora de un centro afiliado a la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC), que en mi país tiene 77 años, por lo que presentaré mi opinión de acuerdo al contexto de mi vida profesional y vocacional.
Siendo la educación un proceso humano que permite la madurez y el pleno desarrollo de las potencialidades con las cuales ha sido dotado el individuo, se han de crear las condiciones propias que garanticen su vida personal, familiar y comunitaria. En tal sentido, la educación avanza en la medida en que los grupos humanos propician la transformación del contexto y de las circunstancias que surgen en el tiempo, para cambiar los estilos de la vida social, siendo la experiencia de la comunidad educativa sinodal un nivel de integración.
En este orden de ideas, la cultura para la escuela sinodal se convierte en un componente integrador de las acciones transversales e interdisciplinarias que garantizan el entorno favorable para el aprendizaje y la formación de la conciencia ética. Por lo tanto, se considera importante que el equipo directivo, docente, administrativo, de mantenimiento, y especialmente los estudiantes, las familias y la comunidad, sean conscientes de la influencia que la cultura escolar tiene en todos los contextos de aprendizaje e intentar adaptar esa cultura organizativa al tipo de entorno que se considere es el más eficaz para la formación humana garantizando la comunicación y el trabajo compartido.
Con afecto.
Gladys Rojas Peña. Mérida – Venezuela.
Según lo planteado por el Profesor Rafael Luciani ¿Qué dinámicas comunicativas planteadas puedes aplicar en tu dinámica ministerial para rescatar el precioso tesoro teológico de la escucha?
El profesor Luciani, rescata tres nociones del magisterio de Francisco que contribuyen a la comprensión de la sinodalidad luego del Concilio: la Iglesia en salida, la conversión pastoral permanente y el reencuentro pastoral con el sentido de la fe del pueblo. Esto nos lleva a considerar que una Iglesia sinodal, es una Iglesia en comunión, participación y en discipulado de Jesús para colaborar con su obra.
Así, en esta dinámica de movimiento la cuestión central está en propiciar la participación en escenarios de decisión de los laicos y, especialmente, de las mujeres y los jóvenes. Habría que potenciar concepciones antropológicas y teológicas que propicien acciones de participación activa donde el diálogo, la consulta, la propuesta, el discernimiento, la oración, el análisis, la reflexión, la lectura creyente junto con la toma de decisiones y el compromiso en la gran misión de anunciar el Reino de Dios. Proceso y vivencia que debe ir de la mano de la conversión al evangelio con una vida que se legitima y recobra credibilidad en las acciones, en la fraternidad, sororidad y en la rendición de cuentas y el testimonio coherente de vida. Todo este círculo se anuda con la a celebración, el escuchar, evaluar y volver a reaprender y emprender en el camino,
La sinodalidad reconfigura la relación entre los sujetos eclesiales, la ECLESIOLOGÍA DEL PUEBLO DE DIOS; BASE Y SUSTENTO DE LA SINODALIDAD.
Las Iglesias locales escuchan y descubren el camino a seguir, a través de su propia realidad, teniendo como mediación al Espíritu, que sopla donde quiere, y como quiere, a través de la realidad cultural, social, económica.
La interacción entre todos, (obispos, presbíteros, laicos) por medio de dinámicas comunicativas: momentos orantes, de escucha, de diálogo, de consulta y discernimiento, entre todos juntos podemos HACER IGLESIA.
En estos procesos de dinámicas comunicativas, es fundamental poder escuchar a aquellos con los que no estamos de acuerdo. El Espíritu nos habla a través de estos hermanos y hermanas, y esto nos sitúa en relaciones de inclusión.
De la experiencia va surgiendo, lo que el Espíritu pide a las iglesias hoy. Escuchar la voz del Espíritu, permite hacer lugar al sensus fidei: dialogando con otros, rezando, discerniendo se va tematizando teologicamente.
A través de los distintos carismas, ministerios, servicios, dones, el espíritu le esta hablando a la iglesia, y la invita a convertir su modo de proceder.
Estamos invitados a adentrarnos en un proceso de RESTITUCIÓN, donde puedan surgir nuevas dinámicas comunicativas, que irán dando vida a cosas nuevas, ayudarán a la apertura de lo que pensamos y nos abrirá un camino de conversión. Este proceso de restitución nos llevara a una conversión permanente que tendrá como resultante que luego de la escucha, del diálogo y los discernimientos, broten las decisiones del fruto del consenso. Los procesos deben ser flexibles, para responder a los signos de los tiempos de forma contínua.
Por eso estamos invitados a escuchar a los otros, y el otro a escucharme a mí, a mantener una vinculación de reciproca necesidad.
La escucha completa: escuchar al otro, y que el otro me escuche a mi, nos completamos: desde este horizonte orgánico entedemos las dinámicas comunicativas, como dinámicas que hacen iglesia.