El diácono, ministro ordenado en y para una Iglesia diaconal

El cuarto mòdulo está dedicado a la práctica pastoral y a los principales ámbitos de servicio en los que los diáconos pueden participar activamente, al servicio del camino de las comunidades cristianas. Se consideran aspectos ya en acto dentro de las experiencias de las iglesias locales, pero tambièn se sugieren oportunidades nuevas que la figura del diàcono puede traducir en pràctica para ayudar las comunidades cristianas (especialmente las parroquias) a realizar una conversiòn pastoral, es decir una propuesta evangelizadora renovada y màs eficaz dentro de los contextos sociales y culturales actuales. Surge asì la conciencia de que no puede existir una Iglesia fiel al mandato de Jesucristo sin la presencia de los diàconos, como la liturgia nos muestra en su lenguaje simbòlico y salvìfico.

  1. Diácono, animador de nuevas comunidades (Luca Garbinetto – Italia – y César Kuzma – Brasil)

Una de las caracterìsticas propias del diácono, como miembro del ministerio del orden, es la especìfica vocaciòn a animar sectores de pastoral o comunidades lejanas, por mandato del obispo y en comuniòn con el párroco. El perfil del diàcono permite de activar procesos de reforma en la estructura y en la organizaciòn pastoral, en particular de las parroquias, favoreciendo la asunciòn de protagonismo por parte de los laicos y las laicas.

  1. El ministerio del diácono en la liturgia (Guillermo Rosas – México)

Las funciones diaconales dentro de la liturgia, en particular de la celebraciòn eucarìstica, expresan de manera significativa la riqueza y la peculiaridad de este ministerio, llamado a ser puente entre la vida real, en especial de los pobres y excluidos, y el culto comunitario.

  1. Diácono en la vida social, siervo del bien común (Enzo Petrolino – Italia)

El diàcono es hombre del clero insertado sociològicamente entre la gente. Su experiencia familiar y laboral le hace principalmente un ministro de la Iglesia llamado a compartir y a animar la asunciòn de responsabilidad en los contextos sociales, culturales, econòmicos y polìticos para promover la edificaciòn del reino de Dios en la bùsqueda constante y compartida del bien comùn, como enseña la Doctrina Social de la Iglesia.

  1. Diácono en la Iglesia local: no hay Iglesia sin diácono (Alphonse Borras – Bélgica y Serena Noceti – Italia)

La relaciòn directa del diàcono con el obispo se concretiza en una cercanìa existencial y espiritual, pero tambièn en una asunciòn de tareas por mandato episcopal, de manera que el diàcono ayuda a la comunidad diocesana intera a ponerse al servicio de las periferias y de los emarginados. Una perspectiva misionera que genera una conversiòn comunitaria hacia los pobres.